A MILÍMETROS DEL MUNDO EN TU VIDA...
Somos un Blog dispuestos a mirar la vida con los ojos de Cristo. ¡Difícil!, ¿cierto?. Pero, ¿acaso imposible?.

"El Reino de los que se desviven"...


Un país que siempre tuvo por ley hacer que el país fuera más justo y más fraterno, tuvo una crisis que fue aprovechada por un rey inexperto que, mal aconsejado, puso por Ley suprema que lo más importante era “cada uno” y el “dinero” que cada uno pudiera ganar y si ganaba mucho dinero y tenía muchos bienes mucho mejor, aunque esto último sólo lo puedan hacer muy pocos.

A la mayoría no le gustó pero tuvieron que acatar lo que el rey dictó.

Después el rey se murió, pero los que habían ganado mucho dinero y eran dueños de todo lo que todavía no habían vendido para tener dinero no quisieron cambiar la ley.

Además, aunque se pudiera cambiar la ley los que la podían cambiar también querían ganar dinero y no la cambiaron.

El pueblo en cambio no quería tener este tipo de país sino uno que fuera una comunidad, una nación justa como era con la antigua ley.

Y entonces se olvidaron del rey y de su Ley y de los que podían cambiarla..,

Y los más chiquititos del país empezaron a construir su nación marchando por las calles pidiendo que la ley del dinero y del cada uno fuera derogada… después siguieron los jóvenes y los que les debían a los ricos y los que…

En fin Reino de los Cielos se parece a los hombres que se desviven por un mundo más de
todos…


Javier Ossa Valenzuela S.J.
Sacerdote Jesuita

Hagan esto en memoria mía…


Nunca se han quedado mirando detenidamente un avión, o algún objeto gigante, y se han preguntado ¿cuánto trabajo tuvo que haber para construir semejante objeto? o bien ¿cuánto conocimiento acumulado de años hay detrás de esa sólida armadura metálica?.

Es por eso que valoro mucho más los viajes en avión en un asiento al lado de la ventada, y con una buena vista hacia el ala del avión. En especial desde una perspectiva que permita mirar el ala desde atrás. ¿por qué? porque ante cualquier turbulencia u otro altercado, el piloto acciona todo el equipamiento técnico del ala para mantener el control de la máquina. Es ahí cuando se despegan las superficies traseras del ala a fin de chocar contra el viento. ¿Cuánta fuerza tendrá que generar este aparato suponiendo que quiebra el sentido del viento a más de 600 kilómetros por hora? ¿han sacado sus manos por la ventana en un vehículo que va a más de 100 kilómetros por hora?. Yo sí, y creo imaginarme como sería hacerlo a más de 600 kilómetros.

Hay cosas que definitivamente están por sobre el hombre y su naturaleza, pero no por su comprensión e inteligencia a fin lograr asimilar este tipo de fenómenos físicos por ejemplo. ¿No te has preguntado acaso -a lo menos una vez en tu vida- el cómo es posible la "transustanciación" o dicho en español, que el pan y el vino se transformen en cuerpo y sangre? Yo sí, y no pude evitar volver a recordar este fenómeno Cristiano al ver el ala del avión desplegar su fuerza y tecnología.

A Jesús también podríamos traerlo a la palestra de todo esto. De él también existe un amplio conocimiento acumulado. No solo desde los evangelios, sino también de elementos como por ejemplo en santo sudario, entre tantos más. De él se sigue estudiando hasta el punto que se le tiende a tratar por algunos como un objeto de conocimiento más, así como lo son las moléculas de alguna alga nueva. No obstante, ante tanta abstracción, hay algo que queda más que claro. Y es que hay algo que todavía él puede hacer, y que nadie aun puede remplazarlo -aunque a diario el "mercado" espiritual así lo intenta-. Y es su capacidad de "hacer nuevas todas las cosas". De convertir un pan a cuero, y una copa de vino en sangre. De tomarnos en pleno viaje de nuestra vida, para acompañarnos en cada paso.

Podría seguir mirando el ala del avión, y con ello podré seguir asombrándome de la ciencia y sus avances. Pero lo relevante de esto no está en poder conocer a fondo y el detalle de cómo funciona cada pieza, como se instala, y cuál es su dinámica, sino todo lo contrario. Podría caer en un vació. Nada más ignaciano que constatar que "no el muchos saber, sacia y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente".

De la misa, menos preguntas. Del pan y el vino que son cuerpo y sangre, menos ciencia. ¿ante eso? simple... Darnos cuenta que cada día somos más humanos y amados por Dios.


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